Las influencias literarias y filosóficas en la “teoría napoleónica” de Raskolnikov

Imagen tomada de Dostoievski, F., Crimen y castigo, Editorial Progreso, Moscú 1977

Imagen tomada de Dostoievski, F., “Crimen y castigo”, Editorial Progreso, Moscú 1977

El ser humano ha tendido siempre a buscar una justificación a sus actos. Desde que se iluminó la bombilla en su mente y cayó en cuenta de que era más que impulsos naturales, se puso en la tarea de encontrarle una razón a sus acciones. Parece irónico que esta racionalización de los actos humanos no haya llevado necesariamente a actos racionales. Al contrario, muchas veces la racionalización funciona como justificación para la irracionalidad: honor, derecho y poder, por enumerar algunos, pasan por el filtro racional humano justificando la crueldad del asesinato, la injusticia de la esclavitud y la miseria de la guerra.

Puede considerarse que Raskolnikov y su artículo “Acerca del crimen” son una interpretación de Fiodor Dostoievski de esta tendencia humana a la justificación de lo irracional por medio de la lógica cínica, la cual tiene como fin encontrarle un sentido al absurdo de la condición humana. Este texto se centrará primero en analizar la idea desarrollada por Raskolnikov y la teoría con la cual “justifica” su crimen; luego se mirarán las fuentes literarias de las que bebió Dostoievski para la estructuración de su personaje; y, como último, se estudiarán las corrientes filosóficas principales que predefinirían las ideas expuestas en el texto.

 

La idea de Raskolnikov

La susodicha búsqueda de justificaciones a la irracionalidad humana queda claramente expuesta en el asesinato de la anciana por parte de Raskolnikov y en la teoría en la cual se apoya para realizar este acto. Resumiendo su situación, Raskolnikov está muy mal de dinero, al igual que su madre y hermana; no ha tenido con qué pagar la universidad por lo que lleva ya algún tiempo vagando; tiene claro que si consiguiese regresar a la universidad, terminar sus estudios y conseguir un buen trabajo, podría salir de la miseria en la que se encuentra y ayudar a su madre y a su hermana, quienes tienen tanta fe en él. Pero, ¿cómo conseguirlo?

Una serie de casualidades, que él toma como signos del destino, lo guían a la puerta de una anciana usurera: “Matarla, tomar su dinero y consagrarse luego con él al servicio de la humanidad”[1]. Al oír estas palabras en una conversación fortuita entre dos personas en una taberna, se ilumina lo que sería el camino a seguir para el protagonista: pasar por encima de un obstáculo insignificante (como es la anciana), para lograr las grandes metas que se tiene puestas.

Pero hay algo más dentro de la cabeza de Rodión Románovich: él no sólo quiere matar a la vieja para hacerse con su dinero y así regresar a la universidad; él tiene una idea. Más que un crimen con una finalidad monetaria, lo que gira dentro de la cabeza de Raskolnikov es un crimen ideológico. Él ha ido desarrollando una idea en su cabeza y todo parece encajar para poder comprobar la posible realización práctica de su teoría.

La teoría que desarrolla Raskolnikov, la cual terminará convirtiéndose dentro de él en una monomanía, se basa en dos sencillas tesis interrelacionadas: la existencia de hombres “extraordinarios” entre la humanidad; y la idea de que “el fin justifica los medios”. Esta teoría se encuentra detalladamente descrita en la conversación entre Raskolnikov y Porfiri Petróvich, en la cual discuten el contenido de un artículo escrito por el protagonista un tiempo atrás[2].

Como se ha indicado anteriormente, la primera parte de la teoría gira alrededor de la idea de que existen personas “extraordinarias” entre lo ordinario de la humanidad. Las personas “ordinarias” pueden considerarse como la masa de la gente -“el hormiguero”, les dice Raskolnikov- que no hace más que de peón o de material utilizable para los grandes actos que generan los cambios en el curso de la historia. Han de ser dóciles y obedientes, siguiendo lo que la ley y el poder les impone. Del otro lado están los seres “extraordinarios”, un reducidísimo número de personas que aparecen en la historia muy raramente pero que, debido a sus ideas nuevas y a su gran potencial de poder, generan un impacto crucial en la historia, haciendo de engranajes en el verdadero movimiento hacia el progreso. Estos seres especialmente dotados, como Licurgo, Solón, Mahoma o Napoleón (siguiendo los ejemplos dados por Raskolnikov), son fundamentales para la civilización ya que sus ideas nuevas son las que permiten a la humanidad dar un paso hacia adelante. Y es por esta razón por la cual estos humanos “extraordinarios” pueden (y deberían tener la voluntad de) infringir las leyes establecidas, si sus objetivos lo requieren, porque sin ellos la historia se detendría. Dice Raskolnikov a Porfiri: “el hombre “extraordinario” tiene derecho […] a decidir según su conciencia si debe salvar… ciertos obstáculos, únicamente en el caso exclusivo de que la ejecución de su idea (a veces puede resultar salvadora para toda la humanidad) lo exija”[3].

Así, entonces, puede quedar definida la primera tesis con la cual Raskolnikov busca justificar su crimen: “yo quería llegar a ser un Napoleón y por eso maté”[4]. El acto del asesinato, más allá de ser un crimen con un objetivo material, tenía como finalidad la comprobación de una idea: Raskolnikov quería comprobarse a sí mismo y al mundo entero de si él era un hombre “extraordinario” con derecho a decidir sobre el curso de la humanidad o si no era más que una cucaracha, parte de la masa ordinaria que está destinada a la docilidad y a la inercia.

 

Habiendo aclarado la idea de los hombres “extraordinarios”, se puede pasar a analizar la segunda parte de la “teoría napoleónica” de Raskolnikov: en palabras del viejo Svidrigáilov, la idea de que “un crimen es admisible si el fin principal que se persigue es bueno”[5]. Retomando el concepto explicado anteriormente de los hombres “extraordinarios”, Raskolnikov deduce de esta primera premisa que, ya que las ideas y descubrimientos de estos hombres son fundamentales para el progreso de la humanidad, no puede existir nada que se ponga en el camino entre estos hombres y la realización de sus objetivos; cualquier obstáculo o sacrificio sería pequeño e insignificante en comparación con el bien mayor que generaría al mundo el poder realizar y poner en práctica estas ideas nuevas de estos hombres “extraordinarios”. Raskolnikov pone como ejemplo los grandes descubrimientos que permitieron el desarrollo de la ciencia moderna:

“si los descubrimientos de Kepler y de Newton […] no hubieran podido convertirse en patrimonio de la humanidad sin el sacrificio de un hombre, de diez, de cien o más hombres que hubiesen sido obstáculo para la comunicación del descubrimiento a los demás, Newton habría tenido derecho a eliminar a esas diez o cien personas; habría estado incluso obligado a hacerlo”[6].

En otras palabras, el mayor crimen es pequeño en relación con los grandes logros llevados a cabo gracias a las ideas nuevas de los hombres “extraordinarios”. No debería haber ningún obstáculo a la realización y aplicación de estas grandes ideas, así se deba pasar por encima de la vida de unas cuántas personas; las ideas verdaderamente revolucionarias tendrán un impacto tan grande y positivo en el futuro de la humanidad, que todo lo que deba hacerse para conseguirlas debe ser realizado. Así, el incontable número de personas que murieron debido a la expansión de Napoleón por Europa no serían más que un sacrificio necesario para que los grandes ideales de “libertad e igualdad” se pudiesen transmitir a la humanidad entera; el fin justifica los medios y el futuro de la humanidad vale más que el presente de unos cuantos hombres “ordinarios”.

 

Ahora, ya que se han aclarado las ideas fundamentales alrededor de las cuales gira la “teoría napoleónica” desarrollada por Raskolnikov, se pasará a hacer un repaso de las que podrían considerarse las influencias literarias y filosóficas más importantes en las que se basó Dostoievski para la construcción del protagonista de su novela y de la idea desarrollada por este.

 

Fuentes literarias

A pesar de que en la historia de la literatura se puede encontrar un sinfín de personajes fácilmente relacionables con Raskolnikov, con su personalidad y con sus actos, es prudente no dejarse llevar por el río de posibilidades, y enfocarse en las fuentes más seguras de las cuales bebió Dostoievski para la estructuración de su personaje. Este trabajo seguirá las influencias indicadas por Joseph Frank en Dostoevsky: The Miraculous Years, 1865-1871[7]: la novela Le Père Goriot (Papá Goriot) de Balzac, el relato corto Пиковая дама (La dama de picas) de Pushkin y la obra de teatro Die Räuber (Los Bandidos) de Schiller. Se puede considerar que estas obras no necesariamente influyeron directamente sobre Dostoievski, es decir, no se debe pensar que este se sentó a escribir Crimen y Castigo revisando minuciosamente los textos indicados anteriormente; pero sí se puede afirmar (siguiendo a Frank) que es más que probable que Dostoievski haya leído estos tres textos y que de alguna manera las ideas de los personajes y los planteamientos expuestos por estas obras hayan quedado rondando en su cabeza, para luego ser utilizados como fuentes para Raskolnikov.

En Le Père Goriot de Honoré de Balzac se pueden encontrar dos personajes que de alguna manera preconfiguran algunos de los rasgos megalomaniacos y utilitaristas de Raskolnikov. Por un lado, está el personaje de Vautrin, quien, en palabras de Jospeh Frank: proclaims that wealth and power belong to those strong enough to grasp them unhindered by moral compunctions”[8]. Vautrin representa esta clase de hombres que cree en la dominación del más fuerte y en su emancipación de los obstáculos morales que no le permiten al poderoso hacerse con el poder.  “El que se atreve a más es el que más razón tiene”[9], le dice Raskolnikov a Sonia; palabras de alguien quien cree que la historia y la razón están dictadas por los vencedores, por los poderosos.

La segunda referencia a Balzac se encuentra en una escena entre Rastignac y Bianchon en la cual el primero le pregunta al segundo si aceptaría ser responsable por la muerte de un chino decrépito si, debido a esta muerte, él se hiciese con un millón de francos para permitirle realizarse completamente. No hay duda de que esta escena de alguna manera prefigura la conversación entre el estudiante y el oficial que Raskolnikov escucharía en la taberna, haciéndole sentir la predestinación al asesinato.

La segunda influencia literaria que indica Frank es el relato “La dama de picas” de Alexander Pushkin. Hermann, el joven protagonista de este relato, termina causándole la muerte a una anciana con el fin de conseguir una fórmula para apostar en las cartas y así poder conseguir el dinero para vivir tranquilo el resto de su vida. Además de lo anterior, en el relato se hacen referencias contínuas al parecido de Hermann con Napoleón, “tiene el perfil de Napoleón y el alma de Mefistófeles”[10]; prefigurando de alguna manera esta megalomanía de Raskolnikov con el mismo hombre.

El último personaje literario que se considera muy influyente en la creación de Raskolnikov por parte de Dostoievski, es Karl Moor de la obra de teatro Los bandidos de Friederich Schiller. Este personaje es llevado por el destino a robar y delinquir, pero su finalidad en esta delicuencia es luchar contra la injusticia social en busca de brindar una mejoría a la mayor parte de la sociedad con sus acciones. Es una especie de Robin Hood que le quita a quienes tienen demasiado para entregárselo a quienes tienen muy poco.

 

Influencias filosóficas

Los movimientos ideológicos de la primera mitad del siglo XIX en Rusia tuvieron un impacto muy fuerte en las ideas de Dostoievski, en gran medida esto se debió más a una influencia negativa, es decir, a una reacción de Dostoievski ante las ideas que se desarrollaban entre las juventudes rusas de su época. Debe aclararse, por esta razón, que Raskolnikov no es un doble ficcional de Dostoievski. Muy al contrario: puede considerarse que él creó al personaje de Raskolnikov como un amalgama de todos los males que estaban aquejando a la “nueva generación” rusa. Su objetivo nunca fue enaltecerlo o disculparlo, sino, más bien, brindar una luz de esperanza al final del túnel en el que se había introducido la ideología política y social de su tiempo. Así, lo que intentó hacer fue deconstruir y reconstruir una antología de la filosofía política y social de la Rusia en la que vivía (nihilismo, socialismo utópico y utilitarismo, entre otros), unificarlos bajo la figura de Raskolnikov y guiar a este personaje hacia las más terribles consecuencias de su fanatismo ideológico, todo esto con una finalidad quizás moralista, indicando la redención posible de todo mal por medio de la fe cristiana.

El pensador Dimitri Pisarev escribió un ensayo sobre la novela Padres e hijos de Ivan Turgeniev para la revista “La Palabra Rusa” (Русское Слово) en marzo de 1862. Este ensayo se centraba en el personaje de Bazarov, quien, para Pisarev, representaba el máximo exponente de los ideales nihilistas. A pesar de que Turgeniev no tuvo la intención de crearlo como un personaje positivo sino, al igual que Dostoievski con Raskolnikov, como un ejemplo a no seguir, Pisarev vio representados en Bazarov todos los valores que debía tener la nueva generación rusa. En palabras de Joseph Frank:

the belief that he can rise superior to the dictates of conscience; the conviction that he would not allow himself to be affected by any “moral regulator”; the contempt felt for that portion of mankind who placidly accept the fate from which the élite of “other people” are struggling to set them free; the unwillingness to sacrifice the present for the future[11].

Se puede considerar la creación de Raskolnikov como una especie de respuesta a las proposiciones nihilistas de Pisarev; como la puesta en escena de a dónde llevaría esta ausencia de sentido del nihilismo si se realizara completamente.

 

La filosofía de Hegel y los ideales del socialismo utópico francés llegaron a Rusia por medio de una rama filosófica unificadora de las dos ideologías susodichas. Esto es el llamado “hegelianismo de izquierda” pregonado sobre todo por Ludwig Feuerbach en Alemania y que influiría mucho en los ideales socialistas y revolucionarios rusos, con el ejemplo de dos grandes nombres como Visarión Belinski y Nikolai Chernishevski.

La teoría de Feuerbach giraba alrededor de la idea de la secularización del cristianismo. Siguiendo las interpretaciones socialistas del pensamiento de Hegel, el concepto cristiano de “Dios” no era nada más que una proyección externa de los máximos valores humanos. El ser humano había inventado esta idea de divinidad, adjudicándole los ideales máximos a los cuales él mismo aspiraba: igualdad y libertad. Entonces, para poder liberarse de las cadenas que lo habían atado al cristianismo, el ser humano debía recuperar estos valores fundamentales, retomando lo mejor de sí mismo y trascendiendo los límites que él mismo se había impuesto para así poder reemplazar a la idealización humana del Dios-hombre (Jesús) por la de una generación de hombres-dios. Este símil entre el sufrimiento de Jesús y el de Raskolnikov queda claro en la escena en la que este le declara a Sonia que él fue el asesino de la anciana. Sus alusiones a que no la ha matado a ella, sino a sí mismo, o frases como “No me he posternado ante ti, me he posternado ante toda la humanidad doliente”[12] hacen alusión a la convicción de Raskolnikov de que ha retomado los valores y el poder divinos. Como diría el historiador Frederik Copleston: “the kingdom of man taking the place in his mind of the kingdom of God[13]. Es decir, había que secularizar los ideales cristianos; el paraíso no debía ser una promesa post mortem, sino una realidad vital; el hombre debía reconvertirse en el dios que había creado para alcanzar las tan anheladas libertad e igualdad.

Belinski y Chernishevski son los dos grandes ejemplos de la aplicación de estas ideas europeas en el marco ruso. Así se comenzó a pregonar la necesidad de un “hombre nuevo” en Rusia. La novela ¿Qué hacer? de Chernishevski es un ejemplo de esta búsqueda del desarrollo de una nueva sociedad con una nueva estructura moral que se acople a una realidad atea. Antes de su destierro a Siberia en 1849, Dostoievski fue muy cercano a Belinski y se dejó influir fuertemente por estas ideas. Pero Siberia le cambió radicalmente su percepción del mundo; el contacto con la miserable realidad del destierro y de las gentes que conoció, lo llevaron a retomar el camino del cristianismo. Y, al regresar del exilio para encontrarse con esta juventud en busca de una secularización del cristianismo, se dio cuenta de que debía contraatacar esta amenaza utilizando a Raskolnikov y su ideario como una herramienta.

Otra fuente para la “Teoría Napoleónica” de Raskolnikov se puede encontrar en la Histoire de Jules César (Historia de Julio César) escrita por Napoleón III. Este vínculo lo indica el estudioso de Dostoievski Vadim Kózhinov[14], haciendo referencia al hecho de que el “Prefacio” de esta obra, el cual fue publicado algunos años antes de la publicación del libro en 1865, generó gran controversia en la Rusia de Dostoievski y muy posiblemente afectó en el desarrollo de las ideas de Rodion Románovich. En este “Prefacio”, Napoleón III insinúa una concepción de la división humana similar a aquella expuesta por Raskolnikov: “lorsque la Providence suscite des homines tels que César, Charlemagne, Napoleón, c’est pour tracer aux peuples la voie qu’ils doivent suivre, marquer du sceau de leur génie une ère nouvelle, et accomplir en quelques années le travail de plusieurs siècles[15]. A pesar de que no hace alusión directa a un “derecho especial” para las personas “extraordinarias”, sí deja claro lo necesarios que son estos “Grandes Hombres” para el desarrollo de la humanidad. Son ellos quienes definen, gracias a su poder providencial, el futuro de la humanidad y hacen de “faros luminosos” para el mundo entero. No toca ahondar demasiado en la biografía de cualquiera de los tres ejemplos que da Napoleón III para darse cuenta de que los tres pasaron por encima de la ley establecida, matando a quien fuese necesario, para conseguir sus metas.

Pero esta idea no nace con Napoleón III: fue insinuada anteriormente por Hegel y por el filósofo escocés Thomas Carlyle, quien expondría minuciosamente esta teoría de los “Grandes Hombres” en su libro On Heroes and Hero Worship and the Heroic in History de 1841. Todos estos prefiguran lo que sería la idea de los hombres “ordinarios” y “extraordinarios” de Raskolnikov. Carlyle afirmaba que la historia estaba definida y demarcada por el impacto de los “grandes hombres”; estos eran los que impulsaban el movimiento de la rueda del progreso en la humanidad; eran seres especiales que tenían el poder suficiente para generar un impacto histórico decisivo; y eran estos hombres, y no el flujo natural de la historia humana, quienes generaban un verdadero cambio histórico; sin ellos no podría haber movimiento. Es claro que en estos planteamientos aún no se encuentra ninguna afirmación que diga que estos “grandes hombres” tuviesen un derecho “especial” para sobrepasar las leyes e imponer un nuevo orden; pero se podría afirmar que si los planteamientos de Raskolnikov se le hubiesen expuesto a Carlyle: “si en mi lugar, por ejemplo, se hubiera encontrado Napoleón y […] si en vez de esas cosas monumentales y hermosas no hubiese tenido más que una viejuca ridícula, viuda de algún funcionario del registro, a la que hacía falta matar para sacarle el dinero del arca (para hacer carrera, ¿comprendes?), ¿se habría decidido a ello de no haber otra salida?”[16], es muy probable que este hubiese seguido las afirmaciones de Raskolnikov.

 

El último de los movimientos que influyeron fuertemente en la construcción de Raskolnikov y de sus ideas napoleónicas fue el utilitarismo inglés, establecido por el filósofo Jeremy Bentham. Se puede considerar que esta es la pieza faltante del puzzle que permite comprender de dónde viene Raskolnikov. En su tratado The Principles of Legislation, Bentham se enfoca en exponer la idea del “principio de utilidad” y en cómo este funciona como unificador entre la moral y las prácticas lesgislativas. El “bien” y el “mal” quedan definidos por Bentham como conceptos móviles que pueden utilizarse sólo en función del beneficio que brinda una acción: “It is the greatest happiness of the greatest number that is the measure of right and wrong”[17]. Es decir, lo “bueno”, según Bentham, es aquello que produce la mayor cantidad de placer y la menor cantidad de dolor, mientras que lo “malo” sería aquello que produce más dolor que placer. El principio de utilidad, entonces, reduce la valoración moral de cualquier acto a simple matemática; como lo pondría el estudiante en la conversación que oyó Raskolnikov en la taberna: “¿Crees que no se borra un pequeño crimen con miles de buenas obras? Por una vida, miles de vidas salvadas de la podredumbre y de la descomposición. Una muerte, y a cambio, cien vidas; ¡si es una cuestión de aritmética!”[18].

 

Como se puede ver, Dostoievski bebió de muchas copas distintas para estructurar su crítica al “mal de la nueva generación rusa”. Puso en boca y mente de Raskolnikov un popurrí de ideas e ideologías que flotaban en el ambiente intelectual de la Rusia y de la Europa de su época, con el fin de reestablecerse (como había hecho en Memorias del subsuelo) en contra del nihilismo predominante y pregonar la necesidad de retomar los valores e ideales cristianos que se habían ido borrando de las mentes jóvenes.

 

Bibliografía

– Bentham, J, A Fragment on Government, Clarendon Press, Oxford 1891.

– Copleston, F., A History of Philosophy: Russian Philosophy, Continuum, Londres 2003.

– Dostoievski, F., Crimen y castigo, Editorial Progreso, Moscú 1977.

– Frank, Joseph, Dostoevsky: the miraculous years 1865-71, Princeton University Press, New Jersey 1995.

– Napoleón III, Histoire de Jules César, D. Appleton et Cie. Libraires-Éditeurs, New York 1865.

– Pisarev, D., “Базаров” [Bazarov] en Русское Слово, Vol. 4 (Marzo), San Petersburgo 1862.

– Pushkin, A., “La reina de espadas” en Antología de cuentos rusos, Ediciones Akal, Madrid 2004.


[1] Dostoievski, F., Crimen y castigo, Editorial Progreso, Moscú 1977, I, p. 87.

[2] Dostoievski, F., Ibid., I, pp. 307-318.

[3] Dostoievski, F., Ibid., I, p. 309.

[4] Dostoievski, F., Ibid., II, p. 161.

[5] Dostoievski, F., Ibid., II, p. 248.

[6] Dostoievski, F., Ibid., I, p. 309.

[7] Frank, J., Dostoevsky: the miraculous years 1865-71, Princeton University Press, New Jersey 1995, pp. 73- 74.

[8] Frank, J., Ibid., p. 73.

[9] Dostoievski, F., Ibid., II, p. 164.

[10] Pushkin, A., “La reina de espadas” en Antología de cuentos rusos, Ediciones Akal, Madrid 2004, p. 25.

[11] Frank, J., Ibid., p. 74.

[12] Dostoievski, F., Ibid., II, p. 59.

[13] Copleston, F., A History of Philosophy, Russian Philosophy, Continuum, Londres 2003, p. 103.

[14] En sus notas a Dostoievski, F., Ibid., I, p. 333.

[15] Napoleón III, Histoire de Jules César, D. Appleton et Cie. Libraires-Éditeurs, New York 1865, p. 10. “Cuando la Providencia crea hombres como César, Carlomagno, Napoleón, es para indicar al pueblo la vía que debe seguir, para marcar con su genialidad una nueva era y conseguir en algunos años el trabajo de muchos siglos”, traducción del autor.

[16] Dostoievski, F., Ibid., II, p. 161.

[17] Bentham, J., A fragment on Government, Clarendon Press, Oxford 1891, p. 93.

[18] Dostoievski, F., Ibid., I, p. 87.

 

4 thoughts on “Las influencias literarias y filosóficas en la “teoría napoleónica” de Raskolnikov

  1. ¡Plausible! Muy buen artículo. Crimen y castigo es una lectura sublime, digna de ser estudiada e investigada.

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